Wednesday, October 17, 2012

Un Sueño de la Noche


Vi  a Jesús en un sueño de la noche.  Tenía las manos puesto junto a su corazón, cuidando algo especial.
¿Señor, qué llevas allá junto a tu corazón?  Lo cuidas como tu tesoro más amado.  Déjame ver que es.

Jesús se paró y me sonrió.  Mira pues, mi hija.  Te quiero compartir. 

Él abrió sus manos heridas y me mostró el tesoro más precioso del mundo, la niña de sus ojos:  fue la gente desconocida.  La gente que no han escuchado las buenas noticias.   Jesús me miró y vi en sus ojos los profundos de su corazón.  Mi hija, dijiste que querías conocer mi corazón.  Si quieres escuchar el latir de mi corazón, vas a escuchar el clamor de mi pueblo, porque lo llevo siempre en mi corazón.  He estado pensando en ellos desde la creación del mundo  ¿lo puedes llevar a este pueblo?  ¿Sabes cuantas lágrimas he derramado por ellos?  ¿Sabes tanto me duele?  ¿Cómo me pueden conocer, si nadie los lleva en el oración?  Estoy luchando alcanzarlos porque ellos también son hijos perdidos en la oscuridad.  Hoy te doy el regalo sentir lo que siento por este pueblo.

Cuando vi el amor, el anhelo de su corazón, tomé un paso para atrás.  No, Señor, no puedo.  No merezco eso.  Te voy a fallar.

Mi hija, siempre fue mi anhelo compartir con mis hijos todo que yo haga.  Te los doy hoy.  Llévalos al trono de Dios, pelea en oración por ellos, y pide el padre que los obreros vayan al campo.  Y deja que fuye mi amor a ellos por medio de ti.

Se fue el Señor de mi visto.  Y me dejo con la cara ese pueblo guardado en mi corazon  ¡Señor!  ¡Escuche mi clamor!  Rompe las cadenas que están sobre sus corazones.  Oh, tanto les amas!  Puedo sentir tu amor para este pueblo y se está quebrantando mi corazón…

Llegaron mis amigos y me rodearon.  ¿Que llevas, amiga?  ¿Por qué lloras?

Les mostré el tesoro que yo llevaba junto a mi corazón, pero se rieron.  ¿Por qué te importa ese pequeño pueblo?  ¡Están lejos, amiga!  Deja esas locuras.  Ven con nosotros.  Ríete, sonríe y olvida ese pueblito desconocido.

Pero cerré mis ojos y otra vez vi la cara de mi Salvador, con los ojos llenos del amor que le llevó a la cruz.  Señor.  Los guardo en mi corazón.  Quiero sentir tu corazón por las almas perdidos.  Los pueblos del mundo no están lejos de ti, pues tú los llevas junto a tu corazón.

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