Vi a Jesús en un sueño de la noche. Tenía las manos puesto junto a su corazón,
cuidando algo especial.
¿Señor, qué llevas allá junto a tu
corazón? Lo cuidas como tu tesoro más
amado. Déjame ver que es.
Jesús se
paró y me sonrió. Mira pues, mi hija. Te quiero
compartir.
Él abrió
sus manos heridas y me mostró el tesoro más precioso del mundo, la niña de sus
ojos: fue la gente desconocida. La gente que no han escuchado las buenas
noticias. Jesús me miró y vi en sus
ojos los profundos de su corazón. Mi hija, dijiste que querías conocer mi
corazón. Si quieres escuchar el latir de
mi corazón, vas a escuchar el clamor de mi pueblo, porque lo llevo siempre en
mi corazón. He estado pensando en ellos
desde la creación del mundo ¿lo puedes
llevar a este pueblo? ¿Sabes cuantas lágrimas
he derramado por ellos? ¿Sabes tanto me
duele? ¿Cómo me pueden conocer, si nadie
los lleva en el oración? Estoy luchando
alcanzarlos porque ellos también son hijos perdidos en la oscuridad. Hoy te doy el regalo sentir lo que siento por
este pueblo.
Cuando vi
el amor, el anhelo de su corazón, tomé un paso para atrás. No,
Señor, no puedo. No merezco eso. Te voy a fallar.
Mi hija, siempre fue mi anhelo compartir con
mis hijos todo que yo haga. Te los doy
hoy. Llévalos al trono de Dios, pelea en
oración por ellos, y pide el padre que los obreros vayan al campo. Y deja que fuye mi amor a ellos por medio de
ti.
Se fue el
Señor de mi visto. Y me dejo con la cara
ese pueblo guardado en mi corazon ¡Señor!
¡Escuche mi clamor! Rompe las
cadenas que están sobre sus corazones. Oh,
tanto les amas! Puedo sentir tu amor
para este pueblo y se está quebrantando mi corazón…
Llegaron
mis amigos y me rodearon. ¿Que llevas,
amiga? ¿Por qué lloras?
Les mostré
el tesoro que yo llevaba junto a mi corazón, pero se rieron. ¿Por qué te importa ese pequeño pueblo? ¡Están lejos, amiga! Deja esas locuras. Ven con nosotros. Ríete, sonríe y olvida ese pueblito
desconocido.
Pero cerré
mis ojos y otra vez vi la cara de mi Salvador, con los ojos llenos del amor que
le llevó a la cruz. Señor. Los guardo en mi
corazón. Quiero sentir tu corazón por las
almas perdidos. Los pueblos del mundo no
están lejos de ti, pues tú los llevas junto a tu corazón.
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