Saturday, November 3, 2012

El Payaso de Dios


Había en una vez hace mucho tiempo un niño que se  llamaba Giovanni.  Él vivía en las calles de la ciudad de Sorrento en Italia.  Giovanni no tenía madre ni padre y entonces pidió limosnas y se durmió bajo de los puentes.  Cada día fue a la frutería del Señor Baptisto y allí hizo juegos malabares.  Él hizo juegos malabares con manzanas, bananas y naranjas.  La gente se juntaron a mirar Giovanni.   Aplaudieron, se rieron, y después compraron la fruta del Señor Baptisto, y en la noche el Señor le dio a Giovanni una sopa.  Fue un buen acuerdo.
Un día llegó a la ciudad un grupo de payasos y Giovanni se acercó a ver.  Ellos estaban vestidos en ropa de muchos hermosos colores.  Ellos cantaban y danzaban y la gente aclamaban, se rieron y aplaudieron.  Giovanni miró y dijo, “¡Esa es la vida para mí!”
Despues del espectáculo, Javier se acercó al director del grupo.  “Por favor, Señor.  Quiero viajar con ustedes!”
“No tenemos espacio para un niño en el grupo!” Dijo el Director.
“Pero Señor, Yo puedo manejar los burros y ayudar a alimentarlos.  Y también, Señor, ¡puedo hacer algo maravilloso!  ¡Puedo hacer juegos malabares!”  Giovanni dijo y le mostró como podía hacer los juegos.
“Hmm… bueno.  No eres tan mal.  Pero sin sueldo!  Solo comida y la compañía de los mejores payasos es todo.”
“Gracias, Señor!” Dijo Giovanni
En tiempo, Giovanni creció y mejoró.  En poco tiempo él se fue del grupo para hacer su propio espectáculo.  En cada pueblo, él hizo igual.  Primero, hacía juegos malabares con palos, después con platos y después con antorchas.  Al fin él cogió la pelota roja, la pelota verde, la pelota azul, púrpura, anaranjada y blanca.  Las tiró, rápido y mas rápido hasta que parecía a un arco iris!  Al fin, gritando “Ahora el sol en los cielos!” Giovanni, todavía tirando las pelotas, cogió la pelota de color de oro.  La pelota de oro volaba  alto y mas alto con las otras pelotas!  Y la gente le aclamó y aplaudió.  Los años pasaban y Giovanni llegó a ser viejito.  La gente no le prestó atención en la calle cuando hizo juegos malabares.   Dijeron, “ Solo es el payaso viejo.  Hemos visto a él antes.”
Los tiempos fueron duros y su traje se hizo trapos.  Hasta que un día, se le cayó la pelota de oro.  Y la gente se rieron, pero no fue con felicidad.  Y ellos hicieron algo terrible!  Cogieron palos y piedras y los tiraron a Giovanni hasta que tuvo que correr para salvar su vida!
Afuera de la ciudad, Giovanni se descansó a lado de un arroyo.  Se lavó la cara del maquillaje de payaso.  Guardó los palos, platos y pelotas en su maleta y se quitó el traje.  Giovanni dejó de hacer juegos malabares para siempre.
Giovanni empezó a pedir limosnas y dormir bajo de los puentes como antes.  “Es tiempo volver a casa.” Dijo y se fue a Sorrento. 
Una noche, cuando estaba en camino, Giovanni llegó a una iglesia oscura y se durmió en el piso, agradecido calentarse un poco.  Pero poco después se despertó con música.  La iglesia estaba llena de personas cantando y llevando regalos a poner en frente de una estatua de una mujer con un niño.  Giovanni tocó el brazo del hombre más cerca y preguntó “¿Qué es esto?  ¿Qué están haciendo?”
“¿Qué te pasa, viejo? No sabes que hoy es la Navidad?  Es el cumpleaños de ese niño en la estatua allá!  Estos son los regalos para él.”
Giovanni esperaba hasta que todos se fueron y la iglesia estaba vacía para acercarse a la estatua de la mujer con el niño en su regazo.  Pero la cara del niño se vio triste y severa.   “Niño santo,” dijo el hombre viejo. “¿Por qué estás tan triste cuando ya tienes todos estos hermosos regalos?  Me gustaría darte algo para hacerte sonreír.  ¡Pero, espera!  Antes, yo podía hacer a la gente reír.”
Giovanni abrió su maleta y se puso su traje de payaso y su maquillaje.  “Primero,” el dijo, sonriendo “los palos, después los platos…”
El diácono estaba pasando por el santuario, para cerrar con llave la puerta y vio al payaso.  “Padre!  Ven!  Una herejía!” gritó
Pero Giovanni cogió la pelota roja y la pelota verde, azul, amarilla, púrpura, anaranjada y blanca.  Las tiró rápido y mas rápido!  “Ahora el sol en los cielos!” Gritó.  Y la pelota de oro voló alto y mas alto hasta que pareció un arco iris!  Nunca había hecho juegos malabares tan maravillosos así en toda la vida!  “¡Para ti, dulce niño!” Gritó Giovanni, “ ¡Es para ti!
Pero de repente, su viejo corazón dejó de latir y Giovanni se cayó, muerto, al piso. 
Llegaron el pastor y diácono.  “Pues, mira.  El pobre payaso está muerto.” Dijo el pastor, agachándose a mirar.
Pero el diácono tomó pasos para detrás, temblándose.  “Pastor, mira por alla!”
Porque el estatua del niño sonrió y tenía en la mano la pelota de oro. 

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